Cuando somos niños soñamos con cosas pequeñas, sencillas.
Cuando nos hacemos mayores nuestros sueños cambian con nosotros, y se vuelven complejos, igual que nosotros. Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se topan de frente con la realidad. Porque la realidad a menudo es radicamente distinta a como uno cree que es. Y esa realidad es la que se encarga de poner a cada uno en su sitio. Porque uno sabe como empiezan las cosas, pero nunca sabe como van a terminar.
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