Ahí está, mirándome, con esos ojos brillantes y
azules, con una sonrisa picara de las de toma pan y moja. Y sigue, sigue haciéndolo,
mirándome descaradamente, y mientras tanto, yo agacho la cabeza mordiéndome el labio para no sonreír,
para que no se de cuenta, aunque apuesto a que lo sabe, sabe que me encanta,
que es una tentación enorme, que me encantaría acercarme y arrebatarle esa
sonrisa picara con un beso; un beso cálido, fuerte, inesperado… un beso.